En anteriores ocasiones hemos trabajado sobre los roles de las
personas en los conflictos. Asi estamos en condiciones de detectar e
identificar actores y terceros (y sus respectivas clases) (Ver en
este blog Relaciones Sociales, personas y roles)
Hemos hablado algo sobre la percepción que poseen las personas
tienen de esa realidad o como veremos en otra oportunidad, cuál es
la versión de la realidad que tienen. (ver
en este blog, Las relaciones sociales, la percepción de la realidad
y el sentido común)
En esta ocasión abordaremos el tema de los objetivos, para ir de
esta manera cerrando la conceptualizacion del conflicto, que hemos
tomado de Remo Entelman.
Hablar
de los objetivos en los conflictos, implica referirse a las metas que
tienen los actores. Lo que desean o prefieren y que perciben como
incompatibles con lo que creen que quiere o prefiere el otro actor.
Asi podemos hablar de objetivos cuando ponemos nuestras metas en los
objetos, materiales o inmateriales a los que cada uno le asigna un
valor determinado Como cada persona tiene una relación única y
particular con los objetos, cada quien le da distinto valor a los
mismos, independientemente del que el objeto tenga por sí mismo.
Asi podemos, siguiendo a Entelman pensar en la existencia de 3 tipos
de Objetivos, Concretos, Simbólicos y Trascendentes.
Serían
Objetivos Concretos
aquellos en los que coincide el valor que le asigno al objeto con el
valor que el objeto tiene, por lo que en este caso dicho objeto sería
fácilmente reemplazable por otro, o podría dividirse para
satisfacer a ambos actores. Por ej, Si el profesor necesitara una
lapicera para firmar el libro de temas y se la pide al alumnado,
cualquier lapicera que le faciliten serviría para cumplir su
objetivo.
Por
su lado serían Objetivos
Simbólicos, aquellos
en los que el valor que se le asigna al objeto, supera al valor que
el mismo objeto posee. En este caso el mayor valor para el actor,
radica en una cuestión que puede ser sentimental, representativa,
tradicional, etc.. Dicho de otra manera el objeto exhibido como tal,
no es la meta deseada por el actor en conflicto sino más bien un
representante de otra. Por ej, cuando dos hermanos discuten por
sentarse en el asiento de adelante del automóvil, el objeto en
cuestión no es el asiento, sino lo que representa viajar en el
asiento delantero del coche y relegar al otro al asiento de atrás. O
bien, cuando nos tiran esa remera vieja, descolorida que guardamos
con tanto cariño porque fue la que usamos para ir al recital de
nuestro grupo musical favorito. En este otro caso, cualquier otra
remera que nos regalen no reemplaza a la anterior, pues el valor de
esa remera está dada en lo que nos representa, no en el objeto
“remera”.
En casos donde hay un objetivo simbólico percibido como
incompatible, resulta más complejo trabajar con ellos dada la
subjetividad puesta de manifiesto en el especial valor asignado por
los actores.
Finalmente
hablaremos de objetivos trascendentes, para pensar en aquellos en los
que el valor mismo esta puesto como objetivo, porque no se divisa que
esté anexo a un objeto tangible ni divisible. Cuando nuestra meta
esta relacionada a un principio cualquiera, a una obligación legal o
moral. Cuando “me corresponde” porque sería inmoral que él se
lo quede. En este caso el objeto en sí mismo, pierde importancia, o
desaparece frente al valor que uno le asigna. Es el valor mismo el
objetivo que se persigue. Un ejemplo para este caso, es lo que sucede
cuando concurrimos a un supermercado chino y ante la “excusa” de
no tener monedas para darnos el vuelto, lo reemplazan por caramelos1.
Si nosotros exigimos nuestro vuelto, porque consideramos que nos
corresponde, aún cuando sean unas pocas monedas, estará más que
claro que nuestro objetivo será trascendente y por ello difícilmente
lo podrán entender el resto de los clientes que esperan su turno
para abonar sus compras, pues para ellos son sólo apenas unas
monedas.
Sin
podemos tener claro esto, habremos avanzado muchísimo en la gestión
de los conflictos.
El
desafío a partir de ahora estará en tratar de comprender los
objetivos de la otra parte, es decir darnos cuenta el valor que
representa el objeto en cuestión para la otra parte, pues como
decíamos anteriormente, no todos les asignamos el mismo valor a los
objetos.
Un objetivo, puede ser concreto para una parte y simbólico para la
otra, con lo que deberemos trabajar en un primer momento en detectar
qué es lo que realmente quiere la otra parte y que valor le asigna a
ese objeto que reclama.
Para ello, debemos mejorar nuestra comunicación, sobre todo la
escucha activa y al correcto uso de las preguntas, como herramientas
útiles. (Pueden ver los articulos correspondientes en este mismo
blog)
Espero
que les haya sido útil.
1
En Argentina, es costumbre que en los supermercados chinos, “el
vuelto o el cambio” se entregue con caramelos, ya que usualmente
los cajeros argumentan “no tener monedas”